Epistemología y Cultura Científica: Tarea 2 - Ciencia

 ¡Hola!

¿Qué es lo que siento cada vez que escucho la palabra "ciencia"? Realmente, casi no sabría definirlo con palabras. Me atrevería a decir que se trata de una experiencia inefable. Aun así, intentaré explicar la variedad de sensaciones que recorren mi mente y mi cuerpo al pensar en esta palabra de 7 letras.

En primer lugar, siento alegría y añoranza. Cada vez que pienso en la ciencia recuerdo numerosos momentos de mi infancia en los que disfrutaba aprendiendo nuevos conocimientos sobre el mundo que me rodeaba. En especial, siempre he tenido predilección por las maravillas del mundo natural. Recuerdo una serie en vídeo VHS de National Geographic que me compraron mis padres cuando yo apenas tenía 5 años. Las imágenes que aparecían en la serie sobre la gran diversidad de la vida que habita la Tierra mantenían mis ojos abiertos como platos y mis oídos atentos a toda información que el amable presentador animado, Spin, iba comentando. También, recuerdo aquellas grandes enciclopedias sobre animales, dinosaurios (también animales), tsunamis, terremotos, volcanes, tornados, huracanes, etc. Un sinfín de fenómenos y realidades naturales que captaban mi atención y disparaban mi imaginación, haciéndome soñar despierto con un futuro en el que, quizás, tendría el privilegio de vivir en persona esos acontecimientos. Por otro lado, no puedo dejar de contar mi afán por hacer experimentos durante mi infancia. Además de las colecciones de minerales, me encantaba jugar con una pequeña estación meteorológica que tenía, calculando el volumen de precipitaciones, la velocidad del viento o la presión atmosférica un día de tormenta.


En segundo lugar, siento respeto. La curva de aprendizaje de los conceptos científicos es bastante empinada, especialmente, cuando se alcanzan ciertos niveles académicos. Aprender ciencia y, sobre todo, hacer ciencia, implica grandes dosis de paciencia ("la madre de la ciencia", como reza el dicho popular) y esfuerzo. El camino no es siempre sencillo y, en ocasiones, causa frustración. En mi caso personal, nunca me he considerado bueno en matemáticas, sin embargo, estas son fundamentales para la ciencia. Por tanto, cada vez que me enfrentaba a una asignatura relacionada con las matemáticas sentía siento temor e, incluso, dudaba de mi capacidad para afrontar los contenidos que aprendería. Con el tiempo, si miro hacia atrás, descubro la cantidad de cosas que desconocía y que, con esfuerzo y pasión, he ido aprendiendo. Asimismo, si miro hacia adelante, descubro un sinnúmero de cosas más que me quedan por aprender. Esto despierta en mí las ganas de seguir aprendiendo y, al mismo tiempo, un fuerte sentimiento de humildad.

Finalmente, en tercer lugar, siento esperanza. Creo firmemente que en la ciencia reside la clave del futuro de nuestra especie, de la humanidad. ¿Qué seríamos sin los avances de la ciencia? El conocimiento científico, si bien es incompleto y en constante revisión, ayuda a situarnos en el universo, a entender lo que nos rodea y a conocernos a nosotros mismos. No tenemos mejor forma de conocimiento. En consecuencia, la ciencia representa una fuente de esperanza para un futuro mejor, más digno y más humano. 

Comunicar y transmitir ciencia es, al mismo tiempo, un gran honor y una gran responsabilidad. Como divulgadores científicos, nuestra misión es, desde mi punto de vista, de gran importancia: somos creadores de recuerdos potencialmente hermosos, corresponsables de una sólida formación científica y transmisores de alegría y esperanza para las personas.

¡Saludos!

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